Ciudad de México.- Desde la semana
pasada, en el Marron Institute de la Universidad de Nueva York (NYU,
por sus siglas en inglés) se trabaja con 300 muestras de contaminantes
que fueron recogidas en las zonas norte, centro y sur de la Ciudad de
México.
Por primera vez desde que se miden las emisiones contaminantes en la
capital, una institución trabaja para definir cuáles son los gases y
partículas que flotan en el medio ambiente de la ciudad, las fuentes que
los emiten y sus efectos en la salud pública.
Alejandra Rangel, especialista en Desarrollo Urbano de la NYU,
detalló que el análisis que se lleva a cabo en los laboratorios del
Marron Institute permitirá conocer el contenido de los filtros que ha
recogido la Secretaría del Medio Ambiente del DF (Sedema), en los
últimos 10 años.
“Nos enviaron 300 filtros del 2004 al 2014 de la Zona Metropolitana.
En la Universidad de Nueva York tenemos una máquina que se llama XRS,
que todavía no tiene la Sedema y que adquirirán a finales de año.
“Esta máquina analiza los filtros de calidad del aire y las
micropartículas. Con esto puedes saber qué elementos hay en el aire y
cómo han ido cambiando históricamente. También puedes identificar de
manera muy específica las fuentes de contaminantes”, dijo la
especialista.
Una vez que la Sedema reciba los resultados de los análisis, estará
en posibilidad de identificar los tipos de gases y partículas
contaminantes que emiten las industrias, los vehículos y los domicilios,
y clasificarlos por su ubicación geográfica para mapearlos.
El Marron Institute de la NYU reconoció que el Sistema de Monitoreo
Atmosférico (Simat) a cargo de la Sedema es una red robusta que permite
monitorear el comportamiento de los contaminantes en la Zona
Metropolitana del Valle de México.
No obstante, a consideración de Kevin Cromar, especialista en los
efectos de la contaminación para la salud de esa institución, aún no
cuenta con los medios tecnológicos para analizar y procesar la
información que recogen las 68 estaciones de monitoreo que integran el
Simat.
En consecuencia, y a pesar de los esfuerzos que se han llevado a cabo
en la ciudad para mejorar la calidad del aire, todavía no es posible
desarrollar políticas públicas dirigidas para problemas específicos
vinculados a la contaminación de la ciudad.
“Se tiene mucha tecnología para monitorear la calidad del aire, en
eso en México se tiene alta tecnología. Lo que creemos es que hay mucha
oportunidad en el uso de esos resultados científicos para cambiar la
política pública y para dar pasos hacia una mejor calidad del aire.
“Creemos que con la tecnología tan sofisticada como la que se tiene y
con nuestro apoyo se pueden hacer políticas más específicas y por
ejemplo, señalar los horarios para una fábrica de hule que
identifiquemos como contaminante o fijar cuotas adicionales”, señaló
Rangel.
Por lo pronto, las 300 muestras se encuentran ya en fase de análisis,
una vez que la Universidad de Nueva York calibró la máquina XRS para
que estuviera en condiciones de recibir los datos del aire de la
capital, y después de dos meses se obtendrán los primeros resultados.
“Los siguientes pasos a futuro serían los de entender cómo afecta la
calidad del aire en la salud de la población. Empezar a tener datos de
si en los días de alta contaminación hay más ingresos a hospitales por
problemas respiratorios o cardiacos, este tipo de medidas”, adelantó la
especialista.
El envío que hizo la Sedema a la NYU forma parte de un piloto de
colaboración e investigación gratuitas entre ambas entidades, para que,
una vez que la Secretaría compre la tecnología necesaria, lleve a cabo
el análisis de la totalidad de las muestras producto de su red de
monitoreo.
Rangel detalló que el proyecto entre la Sedema y la NYU forma parte
de un convenio que surgió de la inquietud de investigadores del Marron
Institute que buscaban analizar la situación medioambiental en ciudades
con grandes concentraciones humanas.
*Fuente: Excelsior
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