África.- Si paseas a lo largo de
la costa este de África y por casualidad te encuentras con una manada
de elefantes con rayas brillantes, rinocerontes del color del fuego y
una torre de jirafas de colores locos, no entres en pánico: no estás
alucinando… ni te has topado con una nueva especie psicodélica, lo
siento.
No, de hecho este es el animado reino de unos hábiles artesanos que
transforman los desechos nocivos en felicidad colorida… una sandalia a
la vez.
Ocean Sole es una empresa keniana de reciclaje que ha creado
divertidas obras de arte y moda con desechos de sandalias y otros
restos de plástico: montones de basura que acaban en las playas de Kenya.
Dentro de su taller en Nairobi, las viejas sandalias y otros trozos
contaminantes de hule recolectados son transformados en animales de
juguete, cortinas deslumbrantes, collares intrincados e incluso
esculturas de tamaño natural. Las divertidas creaciones son vendidas
localmente y en decenas de zoológicos, acuarios y tiendas en unos 20
países de todo el mundo.
"Es una solución comercial al problema global de la contaminación marina", dijo Julie Church, cofundadora de Ocean Sole. "Hace que la gente piense en el océano y en sus lazos con las vías fluviales… y lo hacemos por medio de un negocio".
Amenaza ambiental
Como muchos otros países en desarrollo, las sandalias son el calzado
predilecto de millones de personas en Kenya. Son baratas y convenientes,
las usan niños y adultos, así como montones de turistas que visitan las
playas de arena blanca del este de África.
Sin embargo, una vez que las sandalias llegan a su fin, el omnipresente calzado a menudo se embarca en otro viaje más nocivo.
Cada año, los sistemas de desagüe, ríos y canales arrastran montones
de sandalias rotas desechadas en ciudades y aldeas hacia las costas de
Kenya. Al mismo tiempo, incontables sandalias no degradables y otros plásticos terminan en las mismas costas, arrastrados por las poderosas corrientes provenientes de sitios tan remotos como China e Indonesia.
Los desechos no solo arruinan la belleza natural del entorno, sino que son un gran riesgo para la fauna que vive allí.
"La contaminación en nuestras vías fluviales es un gran problema",
dijo Church, quien nació y creció en Kenya. "Los ríos están obstruidos
con plásticos, hule y todo lo demás", agregó. "Cuando la gente dice que
el océano es una sopa de plástico, realmente lo es porque este material
no desaparece… simplemente se rompe en trozos más y más pequeños. Los
peces, las ballenas y los tiburones lo digieren y tarde o temprano
terminará en nuestra cadena alimenticia".
Negocio, no asistencia
La inspiración para fundar Ocean Sole llegó en 1997, cuando
Church, que en ese entonces era conservacionista del mar, empezó a
trabajar en un proyecto de conservación de tortugas en la remota isla de
Kiwayu, cerca de la frontera de Kenya con Somalia.
Mientras estaba allá, Church se sorprendió de ver playas hermosas
llenas de miles de objetos de plástico que dañaban el ambiente e
impedían que las tortugas llegaran a sus sitios de anidación.
Sin embargo, Church también notó con curiosidad y fascinación que los
niños de la localidad usaban estos desechos marinos —sandalias y basura
que encontraban junto al mar— para crear sus propios juguetes.
Esto despertó una idea en la mente de Church: ¿Qué pasaría si pudiera emprender un proyecto que ayudara a limpiar la playa
y
a impulsar el desarrollo de la comunidad? Inspirada por las creaciones
improvisadas de los niños, Church animó a las mujeres de la localidad a
recolectar, lavar y procesar las sandalias desechadas y a transformarlas
en artefactos coloridos para ganar dinero.
"Iniciamos un programa menor allá", relató Church, "Con esta idea de relacionar la conservación con el desarrollo".
Transformar el hule y cambiar las actitudes
Lo que inició como una iniciativa de medio tiempo —que originalmente llamada UniquEco— ha sido transformado en un negocio regular y floreciente.
Ocean Sole, que actualmente emplea directamente a más de 70
personas, pretende reciclar 400,000 sandalias cada año. Trabaja con más
de 10 proveedores que recolectan el material en las costas de Kenya y en
las vías fluviales en Nairobi y sus alrededores para después entregarlo
en el taller de la empresa.
Allí, los empleados de Ocean Sole revisan a diario las
grandes bolsas llenas de sandalias rotas para seleccionar las que usarán
para sus creaciones. Luego, los artesanos limpian las sandalias y las
separan por color. Luego, las cortan, moldean y lijan mientras las
transforman en creaciones llamativas.
"Nos concentramos principalmente en animales", dijo Church. "Nuestro
objetivo son los zoológicos, acuarios y museos de todo el mundo… hemos
hecho eso porque eso es lo que nos sale bien en este momento, pero
también estamos explorando otros productos".
Church considera que Ocean Sole es "un medio para un fin", una forma más eficaz de difundir su mensaje ecológico que cuando era conservacionista del mar.
"Mi objetivo es provocar cambios en la forma en la que la gente vive y
en la forma en la que la gente entienda el mundo y sus conexiones",
dijo.
"Ciertamente relacionado al océano, hacerlo a través del negocio de
reciclar hule que flota", prosiguió, "y hacerlo de una forma
independiente, relativamente sostenible y madura en la que tienes un
mercado y un buen producto, tienes que ser comercial", agregó.
"Creo que solo si tenemos éxito comercialmente podremos triunfar y
cumplir realmente con nuestro objetivo, que es crear cambios en las
actitudes y en los estilos de vida".
*Fuente: Planeta CNN
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